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lunes, 20 de agosto de 2007

Una gran obra para agua potable



En la Ciudad de México se tiene un récord de precipitación de aproximadamente 12 milímetros. Esto significa que en un punto dado caen, sin contar escurrimientos, 12 mm de agua. Puede sonar poco, pero dada la extensión de la metrópoli (unos 2000 kilómetros cuadrados), si esa precipitación cayera en toda la metrópoli (y eso sin considerar la cuenca), estaríamos hablando de que en una tarde se precipitan 24 millones de metros cúbicos de agua. Esto equivale a llenar un lago de dos metros de profundidad y una extensión de 12 kilómetros cuadrados, o sea, unas 1200 hectáreas.
En realidad en la ciudad nunca llueve en todos lados al mismo tiempo, por lo que si bien la cantidad de lluvia puede ser muy alta, el riesgo de inundación es local y no general. Y la realidad es que sí tenemos un lago con capacidad para más de 24 millones de metros cúbicos de agua: el Lago Nabor Carrillo, con capacidad para más de 100 millones de metros cúbicos, además de otros lagos y presas que conforman el sistema hidráulico de la Ciudad de México. Por ejemplo, también en el Vaso de Texcoco, se tiene el Lago de Regulación Horaria, que está orientado a regular el flujo del agua hacia los distintos sistemas de salida de agua residual y pluvial.
De hecho son tres sistemas de salida y recién se ha propuesto la construcción de un cuarto: el emisor poniente, el emisor central y el gran canal. Se estará construyendo pronto el emisor oriente. Los dos primeros no tienen problema. El gran canal sí, pues ha perdido pendiente por el hundimiento de la ciudad, aunque hay grandes obras de bombeo que reducen los riesgos. La realidad, es que no existe un riesgo generalizado de inundación en la ciudad. Sin embargo sí existen riesgos locales.
Por ejemplo, algunas de las zonas más vulnerables han sido la Colonia Ejército de Oriente, pues es la zona más baja de la ciudad, por lo cual todas las aguas tienden hacia ella, y el pueblo de Santa María Aztahuacan, cuyas urbanizaciones más recientes se hicieron en el lugar que correspondía a un vaso regulador. Hemos tenido inundaciones frecuentes en los pasos deprimidos del periférico y de otras avenidas, así como ciertos puntos que tienden al encharcamiento por falta de drenaje, insuficiencia de las coladeras ya sea por su propia capacidad o por el azolve. También ha habido casos en los que el granizo es tan elevado que ha tapado las coladeras.
¿Qué requiere la ciudad? Me parece que la ciudad debe hacer un mayor esfuerzo por captar el agua de lluvia y por solucionar los problemas en aquellas colonias y puntos en los que año con año hay inundaciones. En el caso concreto de la colonia Ejército de Oriente, creo que debe haber una expropiación en la zona más vulnerable, apoyar a los propietarios para que tengan una mejor vivienda y sobre todo más segura, y justo en ese punto hacer grandes excavaciones que se conviertan en un gigantesco depósito de agua pluvial. Hay que identificar los puntos en los que esto sea factible y replicar este modelo en toda la ciudad. El agua finalmente podría ser expulsada, pero con las lluvias más abundantes se podría almacenar hasta la sequía y pasar a un proceso de tratamiento que permita elevar la utilización de las aguas pluviales.
En la ciudad llueve más agua de la que se consume, y sin embargo no la podemos aprovechar y debemos traer agua desde más lejos. Construir depósitos por 5.25 millones de metros cúbicos y capacidad equivalente de tratamiento equivaldrá a elevar en 1 m³ por segundo la captación de agua de la ciudad, que se ha estancado en los últimos años en 64 m³ por segundo. Los detalles ingenieriles y financieros habrá que resolverlos con proyectos específicos, pero no tengo la menor duda de que estamos desaprovechando la capacidad para captar y tratar agua en la ciudad.
En la línea 12 del metro se extraerán cerca de 400,000 m³ de tierra, pero en forma lineal. Si las extracciones se hicieran en grandes depósitos quizá serían más económicas. Habrá que ver qué hacer con la tierra extraída. Lo cierto es que no podemos seguir enviando el agua al lago de Texcoco, detenerla allí unas horas, para luego bombearla hacia el Valle del Mezquital. Debemos reusarla aquí mismo, antes de sacarla de la ciudad.

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