El bloguero de la megablógolis

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lunes, 4 de agosto de 2008

Cambiar de moneda

Recién una amiga me dijo que para entrar a la zona de Coapa y a la de Satélite había que cambiar de moneda: que los rasgos socioculturales, en esencia, serían tales que la gente no hablaba de pesos, sino de varos; que la arquitectura estaba basada en elementos muy característico, como los perfiles de alumnio para las puertas y ventanas, así como el uso de determinados colores o adornos.
El comentario fue sumamente discriminatorio (más aún porque yo vivo en una de esas zonas) pero no tengo la menor duda de que ese pensamiento lo comparten muchas otras personas. Esto nos refleja un problema social de esta ciudad. Quizá no sea la única que lo tenga, pero en esta ciudad se vive una profunda discriminación no por elementos raciales, sexuales, religiosos o meramente económicos, sino socioculturales.
Todos terminamos siendo parte de estos elementos discriminatorios, ya sea como discriminantes o discriminados. A mí me molestan los foquitos azules en los coches, las fiestas con bocinas gigantes o en la calle, los cohetones que sólo explotan sin luces de colores, los topes, los puestos ambulantes por todos lados y más aún debajo de la banqueta. Cada una de estas cuestiones representa algo muy lógico: un foco azul en un auto implica que ese auto esté incumpliendo la normatividad de tránsito, más aún si suprime las luces correctas; las fiestas con bocinas son una falta de respeto hacia la tranquilidad de los vecinos igual que los cohetones; los topes afectan el libre flujo vial y (contrario a lo que piensan quienes los mandan poner) dificulta el cruce de las calles y avenidas en que los ponen; el ambulantaje afecta la libre circulación de peatones y automovilistas. Sin embargo también representa elementos discriminatorios: quien hace aquello que yo he expresado que me repugna tiene una visión distinta de las cosas, y yo asumo que mi visión es la correcta.
En esencia el respeto al derecho ajeno es la paz, como decía Benito Juárez, entonces el respeto al derecho de los demás, o el respeto a reglamentos y leyes, constituye la base de la convivencia urbana.
Lo que creo que debe ocurrir, y tendremos que trabajar con visión de largo plazo es que el actuar de todos los ciudadanos respete la individualidad de los demás. Este respeto supone la no discriminación de un lado, pero supone también un mejor trato entre los ciudadanos (no el bloqueo de calles para hacer fiestas, por ejemplo, que es una práctica muy arraigada). Debemos construir una política de largo plazo hacia la tolerancia.

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