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sábado, 30 de agosto de 2008

La esperanza

La esperanza debe ser un gran motor para una sociedad. ¿Pero esperanza de qué? Yo no estoy tan seguro de que tengamos esperanza en nuestra sociedad, y estoy seguro de que esta ciudad no ha sido la ciudad de la esperanza mas que en un slogan.
Si nuestra esperanza es que se acaben los secuestros y vivamos en una ciudad tranquila, nuestra esperanza está acotada por sí misma. Creo que debemos pensar en una sociedad muy distinta.
¿Qué respeto me merece una policía que me desvía innecesariamente de la avenida en la que vengo, provoca un gran tráfico y termino reincorporándome a la misma 50 metros adelante de donde me desviaron? ¿Cómo puede "el ciudadano de a pie" respetar a la autoridad con esas actitudes tan absurdas en las que sólo tratan de demostrar su poder y acaban demostrando su ineficacia?
La sociedad mexicana está completamente desesperanzada porque hemos perdido la confianza por completo.
¿Con qué sociedad hemos de construir nuestros sueños si la intolerancia nos ha venido envenenando en mayor o menor grado? Esas historias, que seguro más de uno ha escuchado, sobre personas que son asaltadas luego de haber sufrido un accidente. La pobreza y la disparidad social ha generado seres humanos carroñeros. ¿Con esta sociedad vamos a construir el México de mañana -pensándolo como un México mejor-?
Hoy tendremos una manifestación con velas en 55 ciudades del país. En el caso de la capital mexicana, en torno al Ángel de la Independencia y el Zócalo. Los organizadores -hoy con rostro, hace tres años sin rostro- han hecho énfasis en que no quieren ver políticos en la marcha. Una de las figuras de la sociedad civil más vinculadas con el tema de la lucha contra la delincuencia es María Elena Morera, de México Unido Contra la Delincuencia, de quien empiezan a salir en medios de comunicación sus vínculos con el Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, lo cual nos hace dudar de su autenticidad en el papel de independiente.
¿La manifestación debe ser contra los delincuentes o contra las autoridades que no han dado resultados? Si la queremos ver de cualquiera de los dos sentidos estamos perdidos. Ni siquiera valdría la pena ir. Si la vemos como la piedra angular en la solidaridad colectiva, entonces nadie debería estar excluido, y la marcha sería la continuación del pacto pomposamente firmado hace unos días en Palacio Nacional, en donde tendría que estarse anunciando -cosa que no ocurrirá- un gran compromiso por los resultados en la lucha contra la delincuencia.
Esta manifestación tiene tal vez objetivos distintos a los que parece tener. Y lo peor es que quedará sembrada la duda de quien es quien y cada vez será más difícil hacer manifestaciones como la de 2005, en las que toda la sociedad sale a la calle a proclamar la unión contra lo que la está dañando, sino que los demandados -la autoridad- no son enteramente culpables de lo que ocurre: la sociedad está hecha pedazos, de un lado, y la autoridad no es un ente todo poderoso como pareciera, sino que está integrada por ciudadanos que también sufren la descomposición social. Sólo en el primer círculo del presidente y los gobernantes estatales y del DF tenemos esa desconexión con la sociedad.
En ese sentido la única solución es recomponer tanto la relación gobierno - sociedad, como la propia relación sociedad - sociedad. Ésta implica una transformación del pacto social mucho más profunda y no parece que vayamos en este sentido.

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