El bloguero de la megablógolis

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miércoles, 6 de mayo de 2009

Menos garnachas en la calle

Esta situación -la supuesta epidemia- es una buena oportunidad para que reduzcamos la presencia de puestos ambulantes y semifijos de comida. Tenemos muy arraigado el hábito de comer en la calle. Todos sabemos que no es lo mas sano, pero que sin embargo algunas defensas se van desarrollando en la medida en que es un hábito repetido. Hay ciertas zonas de oficinas en las que es imposible caminar sin recibir el aroma grasoso de tacos, carnitas, tortas, frituras, caldos, etc.
La gente tiene que comer en algún lado, y los precios del suelo, de pagar renta, les obligaría a subir el precio. No obstante esto no es lo ideal y lo hemos concebido como permanente.
Es evidente que si sólo mi opinión contara, me inclinaría por desarrollar áreas de comida en locales con instalaciones sanitarias, cerca de las oficinas, y prohibir la venta de alimentos en la calle. Pero esto es una realidad y está tan arraigada que ni yo me soslayo: a menudo los fines de semana desayuno tacos de barbacoa y mixiotes, los sábados; y pancita los domingos. Es cómodo comer en la calle, pero sería mejor que esos puestos tuvieran un local fijo. De allí que tengamos que encontrar soluciones acordes a quienes viven de esto, a los vecinos afectados por estos puestos (incluyendo negocios contiguos), consumidores y sociedad en general.
En este momento, aún estando en contra de la desproporcionalidad de las medidas adoptadas por la influenza, me parece que existe el momento político oportuno para poner sobre la mesa la discusión sobre la comida en la calle, y tendríamos que ganar transitabilidad e higiene.

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