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lunes, 27 de julio de 2009

El ombligo de la luna, del mundo y de México

¿Qué tanto ser la capital de México ayuda a estar mejor? Podemos reconocer que durante una época, ser la capital del país ayudó a la Ciudad de México (es válido preguntarse si realmente eso "ayudó", es decir, fue benéfico).
Cuando uno sale de la ciudad se encuentra con la creencia de que el Distrito Federal vive de los subsidios. Eso fue, muy probablemente, hace algunos años, hoy parece ser lo opuesto. Si bien el Distrito Federal pudo haber recibido subsidios federales, por ejemplo, para construir la parte neural de su red del metro, hoy le está costando muy caro por ejemplo el no haber nacido cobrando a los usuarios el costo de operación: jamás habrían pagado el de construcción, pero el hecho de haber subsidiado la operación impulsó la expansión horizontal de la ciudad y lejos de beneficiar a los más pobres, fue a quienes marginó de un transporte barato. En este rubro, de hecho, la Ciudad de México subsidia, sin recibir nada a cambio, a los usuarios del metro que viven en el Estado de México, particularmente aquellos que utilizan las dos líneas con penetración al Estado de México. Estas personas podrán beneficiar con su actividad económica, pero no tendrían por qué recibir un subsidio tan importante.
Siempre se dijo que a los habitantes del DF todo nos llegaba barato. El agua realmente lo es, el predial lo es para la mayoría aunque en algunas zonas puede ser muy caro. La electricidad en el DF no es más barata, pero sí es más malo el servicio y los consumos son mucho menores porque la utilización de aire acondicionado está limitada, en la práctica, sólo a las oficinas.
Del presupuesto del Gobierno del Distrito Federal, 18 mil millones de pesos de 122.6 mil millones, corresponde a transferencias federales, es decir, un 15%. Sin embargo hay otros impuestos que también se recaudan siendo federales y se quedan. El rubro participación en ingresos federales genera 43.5 mil millones de pesos. A estos habría que sumar el rubro de actos derivados del acuerdo de colaboración administrativa por 7.8 mil millones de pesos. Estamos hablando que en estos tres rubros se juntan dos terceras partes del presupuesto del gobierno local que provienen de la Federación de una u otra manera. Sin embargo, no es muy distinto de lo que ocurre en otros estados, donde incluso podría tenerse un porcentaje mayor.
El centralismo favoreció la actividad industrial de la ciudad. Hoy esa actividad industrial disminuye paulatina pero sistemáticamente. Esta es ya una ciudad de servicios que vive las consecuencias de la falta de planeación urbana y las consecuencias de haber urbanizado por criterios políticos y no urbanísticos: se poblaron las zonas más peligrosas, las que recargaban mantos y las que tenían problemas geológicos. Se hizo por corrupción y clientelismo.
Donde más afecta al Distrito Federal su condición de capital es en la discusión de los problemas urbanos. Mientras en los 31 estados hay una discusión local sobre sus problemas, estén bien atendidos o no, en la Ciudad de México ser un gobernante que se olvida de atender una serie de temas no es impedimento para ser una de las figuras más populares en algún momento. Hay problemas que quedan rezagados en su atención porque los medios locales sólo hablan de los problemas nacionales, y la consecuencia de ello es una ciudad con mayor cultura política pero con muchos servicios que son poco acordes con las necesidades presentes. Prácticamente sólo agua e inseguridad son los únicos temas que se discuten por su gravedad, pero temas como la economía local se pierden en medio de los problemas económicos nacionales.
Tenemos, por lo tanto, que fortalecer y favorecer la discusión de los temas urbanos, de los problemas propios de la ciudad, para que la agenda nacional no los siga escondiendo.

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