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lunes, 4 de enero de 2010

La cultura turística

El turismo en México, con excepción de ciertos puertos turísticos, no está diseñado para la derrama económica. Es una actividad importante en el PIB Nacional, con el 8.4%, según INEGI, pero esta cifra se encuentra 2 puntos abajo del 10.6% que representa a nivel mundial. Es decir, el papel del turismo en México está por debajo del promedio mundial (seguramente calculado con distinta metodología), y nos creemos potencia turística.
No voy a hablar de la promoción de la ciudad que hace el Gobierno, voy a hablar un tanto de qué tenemos para los turistas y por qué estamos estancados, tanto a nivel ciudad como a nivel país.
Pasé mis vacaciones de fin de año en Oaxaca. Un estado con grandes riquezas: conventos y templos coloniales, principalmente dominicos, esplendorosos, mágicos; playas, vírgenes muchas de ellas, con arena blanca como la del caribe, con cambios de color en las aguas del mar, manglares, lagunas, paisaje; el Istmo es un rincón cultural muy distinto del resto del país que casi nadie conoce y que no se ha ofrecido al turismo nacional, mucho menos al extranjero. Oaxaca es un estado pobre, incluso saqueado año con año por sus gobernantes. José Murat y Ulises Ruíz los últimos pillos, pero no los únicos. A diferencia de otras ciudades que han construido grandes obras en los últimos años con los fondos federales, en Oaxaca no se nota la infraestructura pese a que recursos los hubo. Las montañas de Oaxaca son espectaculares, hay bosque, hay selva, hay sistemas áridos, hay humedales. En el caso de Oaxaca toda la oferta hotelera se concentra en el Centro Histórico y recién está creciendo hacia San Felipe del Agua. No hay dónde estacionarse. En la principal avenida, Héroes de Chapultepec, por tratar de hacer un sistema de vueltas inglesas, construyeron "nudos mixtecos" como les llama la gente.
Menciono el caso de Oaxaca porque a partir de allí ejemplificaré lo que creo debe hacerse allá y en la Ciudad de México: volcar a la población hacia el turismo y hacer que la derrama económica se multiplique.
Bien, en el caso de la Ciudad de Oaxaca habría que mejorar el transporte central, crear algunos estacionamientos en las afueras del centro, y ampliar la oferta hotelera fuera del centro pero no lejos, además de hacer lo propio en los pueblos cercanos y conurbados. Oaxaca estaba muy lleno este fin de año no sólo por las fechas, sino porque su oferta hotelera es limitada. Pero no sólo hay que llenar de hoteles Oaxaca, hay que ir a los pueblos de los Valles Centrales en los que también existan lugares para visitar, y para eso hay que mejorar los caminos y dotarlos de infraestructura turística. Pero todo esto no es nada si la gente no sabe qué hacer con el turista, lo cual es un problema frecuente. Lo que quiero decir es que en vez de que visitar Oaxaca sea algo de 2 ó 3 días, el turismo pase más días, gaste más y hable más de Oaxaca. Que lleguen y un día visiten el centro culturalmente, otro comercialmente, otro día para los típicos recorridos de Mitla, Montealbán, el Árbol del Tule, las mezcaleras; otro día en una ruta turística cercana, otro día en otra ruta turística, otro día en otra; que puedan ir a la playa a las 7 de la mañana, llegar en 2 horas, y volver hacia la noche, etc.
Cuando visité Escocia así hice: permanecí 5 días en Edimburgo, de los cuales 3 fueron tours hacia castillos, lagos, ciudades y paisajes cercanos. Esto, en general, no ocurre en Oaxaca, quizás sí en la Riviera Maya. Ahora descubrí que a la modalidad que ya conocíamos de vender cosas en los topes de cada pueblo o poner cordones para disminuir la velocidad y pedir limosna se está sumando el grotesco paisaje de los chupacabras, nalgas de globo y máscara (de Salinas de Gortari o algún otro personaje de horror) para pedir dádivas a los conductores que atraviesan los pueblos. En la carretera transístmica hay tramos en los que esto puede verse cada pueblo. ¿Y si mejor aprendieran a vender cosas a los vehículos en tránsito en locales establecidos y bien señalizados?
¿Por qué el turista tiene que ir a baños asquerosos y lavarse las manos con jabón "Roma"? ¿Por qué tiene que hacer virajes intempestivos cuando encuentra una gasolinera, una cafetería o un restaurante? ¿Por qué tiene que pasar pares de topes en cada pueblo? ¿Por qué tiene que bajar la velocidad para atender al ambulantaje, los limosneros y ahora los neojuglares? Sólo hay una respuesta: porque nadie ha enseñado a la gente que en sus pueblos deben ofrecer al turista lo que éste busca, no la miseria que ellos viven.
Este blog es sobre la Ciudad de México y mi planteamiento es el mismo: no basta con la oferta turística central. La gente va a Xochimilco, se sube a las trajineras, tal vez visite los museos de Dolores Olmedo o de Diego Rivera, y vuelve a su hotel en el Centro Histórico o en Reforma. ¿Y si se quedaran en Xochimilco tres días y ampliáramos la inmersión hacia los pueblos cercanos de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta? ¿Y si Milpa Alta desarrollara proyectos ecoturísticos colindantes con el bosque? ¿Y si todas las delegaciones pusieran orden en sus pueblos y los volcaran hacia el turismo sin afectar las tradiciones locales? ¿Y si en las fiestas de cada pueblo hubiera visitantes internacionales? Que el día de San Salvador hubiera recorridos hacia San Salvador Cuauhtenco y la gente tuviera algo que ofrecer a los turistas.
Más allá de ayudar a generar oferta hotelera y restaurantera, mejorar caminos y servicios, señalización y mapas, involucrar a agencias de viajes y operadores turísticos, lo que planteo para Oaxaca o para el DF necesita algo más: incorporar a la curricula escolar temas turísticos, sea como materia propia o dentro de otras materias. Para que esto funcione necesitamos que toda la población vea lo que quienes hemos viajado vemos: una mina de oro en la cultura y los paisajes de este país.
Según INEGI, del 8.4% que representa el Turismo en la economía nacional, 32.4% es representado por el transporte, 31% alojamiento y restaurantes, 11.6% el comercio y el 25% restante la recreación y las artesanías ... hay destinos turísticos en el mundo en los que el transporte, la comida y el alojamiento son lo menos relevante. ¿Los tenemos nosotros?
Hay que trazar rutas turísticas, enseñar a los locales a darle el merecido potencial y ver cómo la derrama económica se incrementa en ellas. Hay mucho que explotar. Estoy seguro que habría turistas interesados en visitar y fotografiar sitios tan increíbles como la Central de Abastos ¿Alguien pensaría hoy en una oferta turística para la Central de Abastos? Sería una locura, les robarían las cámaras, los asaltarían, pero con una cultura turística más fuerte visitarían San Juanico Nextipac durante la fiesta de Santiago Apóstol y luego se irían a la Central de Abastos, al Cerro de la Estrella y a los Barrios de Iztapalapa. ¿Es esto una locura? Si lo es, no le echemos la culpa al gobierno, somos nosotros los que no funcionamos.

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