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lunes, 12 de septiembre de 2011

Carfree Cities


Del 5 al 9 de septiembre se llevó a cabo en Guadalajara el Congreso Mundial "Carfree Cities". En general se realizaron actividades y conferencias orientadas a mejorar la movilidad sin involucrar al automóvil. Algunas posiciones más radicales que otras, pero en general imaginando ciudades con menor dependencia del automóvil, aún cuando algunos puedan soñar en ciudades libres de automóviles.

Uno de los eventos más significativos fue la conferencia de Chris Carlsson ... en un túnel vehicular. El Nodo Colón, en la convergencia de las vialidades López Mateos y Américas, en Guadalajara, tiene una plaza central de imposible acceso por estar sumergida, de la cual emerge una caravela coronada con la estatua de Cristóbal Colón. Allí se tienen dos niveles de túnel. Es una obra espectacular, ciertamente, pero que en nada beneficia "al ciudadano de a pie". En la plaza central se llevó acabo la conferencia para lo cual se cerró una parte del túnel y fue conquistada por ciclistas y peatones.

Entré al túnel unos 20 minutos antes de la hora de la conferencia. Iba yo en bici. La sensación fue espectacular. Al momento en que la bicicleta por la propia fuerza de gravedad se desplazaba hacia el centro del túnel yo sentía mi propia sonrisa y veía las demás sonrisas. Los que creemos que es posible depender mucho menos del auto nos identificamos. La sensación era la de estar en un territorio recién conquistado. Rostros conocidos y desconocidos se volvían amigables en medio del túnel.

Del otro lado pasaban los autos, justo detrás de donde se dictó la conferencia. De pronto se escuchaban algunos motores acelerando en exceso en una zona de 60 km/h. Uno que otro rechinar de llantas por una bifurcación entre un extremo de López Mateos y el túnel de descenso a Américas. De nuestro lado ambiente de fiesta. Del otro, la pérdida de la ciudad.

La conferencia se escuchaba mal. Eso no importa mucho, porque Carlsson transmitía más por el momento que vivimos que por las palabras. Al final todos nos fuimos acomodando hacia una de las salidas del túnel. Unas bicicletas nos impedían el paso. Lo que seguía era una proyección sobre el techo del túnel. Apagaron las luces. Se convirtió en un performance del que todos fuimos parte. Nuestras sombras se alargaban y acortaban, unos intentábamos tomar fotos en la obscuridad, caminábamos y pedaleábamos de un lado a otro.

En mi caso me detuve en varias ocasiones a tomar fotos, pedaleé a ciegas, aprovechaba los flashazos para saber que tenía 10, 20 o 50 metros libres para pedalear en la obscuridad. En algún momento se safó la cadena de mi bicicleta, en la obscuridad encontré el apoyo solidario para repararla.

Para los automovilistas que tuvieron dificultades para entrar al Nodo Colón, seguro nuestra fiesta no fue fiesta sino coraje. Era una cuestión de virus, la alegría era más fácil de contagiar que el coraje. La calma del automovilista es mucho más frágil que la del peatón y el ciclista, a pesar de la vulnerabilidad de estos últimos. Me refiero a que si bien como peatones hay riesgos en los que no incurren los automovilistas, una pequeña alteración del orden puede traducirse en un coraje para el automovilista, mientras que peatones, ciclistas y usuarios del transporte público han tenido décadas de enseñanza: hay que adaptarse. Al volante tenemos menor capacidad de adaptación que a pie. Sin duda.

Precisamente esa capacidad de adaptación incrementa la rentabilidad de cualquier acción, pues es difícil que en colectivo, como peatones, ciclistas o usuarios del transporte público podamos estar peor. De aquí en adelante, como automovilistas hay poco que mejorar y mucho que empeorar. Cada ampliación vial, cada obra para el auto, se desarrollará al mismo ritmo que crecen los tiempos de traslado. El cierre del Nodo Colón es uno de muchos actos virales que tendrán que realizarse en la conquista del territorio para las personas y la pérdida de colonias por parte de las máquinas.

El jueves 8 de septiembre de 2011 se me quedó marcado.

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