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lunes, 5 de septiembre de 2011

La mezquindad de las tarifas bajas

Soy un convencido de que las tarifas del transporte público no pueden ser excesivamente bajas, como de hecho lo son en la Ciudad de México. Hay dos razones principales de mi argumento: por un lado, los beneficiarios de las tarifas bajas no son los más pobres, por otro se descapitaliza el sector.

El metro cuesta tres pesos, el precio real podría estar alrededor de los 9 pesos. Cada peso que suba el metro implica ingresos adicionales por 1,300 millones de pesos. Hoy varias líneas necesitan incremento de trenes, mantenimiento mayor, optimización del Sistema de Ayuda a la Explotación, alimentación, accesibilidad universal, entre muchas otras inversiones. Cada peso que no cobramos implica sacrificios en el servicio, pues la diferencia entre el precio y el costo real no sólo es subsidiada por el gobierno, sino sacrificada por los usuarios. Además, por lo regular la población más pobre es desplazada de los sitios donde existe la mayor disponibilidad de infraestructura hacia donde no la hay, por lo que en general los más pobres siempre terminan realizando transbordos desde microbuses, RTP u otros modos de transporte.

Las tarifas deben ser incrementadas, de eso no tengo la menor duda, pero la forma en que sean incrementadas debe tener dos componentes clave de política pública: uno de transporte y el otro de desarrollo social. El subsidio generalizado al transporte impide una mejora generalizada. Aún cuando hemos vivido mejoras al transporte, varias líneas del metro tienen paros inesperados a lo largo del día, operan muy lentas cuando hay lluvias y los vagones lucen deteriorados, entre otras muchas afectaciones.

El componente de política pública de transporte debe tener una dirección: la integración modal. Metro, Metrobús, Tren Ligero, Trolebús, alimentadores del Metro, Bicicleta Pública, entre otros, deben "hablar".Es decir, que haya una tarjeta única, que los transbordos puedan ser incluidos o facilitados, que las logísticas de cada uno vayan de la mano. Con tarifas de 3, 4 ó 5 pesos es imposible realizar la integración modal. Es decir, con 5 pesos es imposible integrar al metro con el Metrobús. Las líneas quedarían aún más saturadas y se colapsaría la operación. Creo que hoy la tarifa de integración anda por los 7 u 8 pesos, algo muy similar a lo que los usuarios del transporte público reportaban como su pago promedio por un viaje dentro del DF. Es decir, si integramos, no necesariamente hay una pérdida generalizada por un incremento en la tarifa.

La integración de todos los modos de transporte implicaría un sólo pago por cada viaje (o en todo caso podríamos cobrar por distancia, cosa que sería un tanto complicado). Al unificar los pagos, habría ahorros para muchos. El más afectado es el que realiza el viaje corto, sin embargo, ese tendría en última instancia la alternativa de la bicicleta, cuyo uso se espera siga creciendo.

El componente de política pública de desarrollo social implica que no se siga sacrificando al transporte en aras de defender a los más pobres: en todo caso, el subsidio debe ser dirigido al viaje de los más pobres, incluso sin importar el modo de transporte que utilicen (pues como lo he dicho en este blog, el subsidio sólo beneficia al que usa el metro, y a los demás, como dijera mi abuela, Que se los coma el león).

Es decir, separemos la política social de la política de transporte. Esto es básico para mejorar el transporte público pero también para que los subsidios lleguen a quienes debe llegar.

2 comentarios:

Moy dijo...

Aquí en Sydney un viaje sencillo en tren te cuesta $4.60 y en autobús el mínimo son $2 y la verdad los servicios dejan mucho que desear. Evidentemente son unidades equipadas con aire acondicionado, asientos cómodos, accesibilidad para personas con discapacidad (no todas) y en las estaciones hay pantallas electrónicas y una máquina parlanchina que indica cuándo viene "the next train"... Pero la verdad ni con estos precios creo que sean buenos servicios... a cada rato hay fallas en los trenes, siempre hay "major delays" y los autobuses, aunque las timetables indiquen a qué hora pasará cada unidad, pasan cuando quieren... Con precios así, no te dan ganas de salir, o mejor uno decide comprarse un automóvil (uno viejo pero funcional puede salir en $400 dólares).

La verdad yo no creo que se deba incrementar el precio del transporte público.

Roberto Remes Tello de Meneses dijo...

Gracias por tu comentario, Moy. El problema de no subir la tarifa es que nos condenamos a un transporte malo. $2 o $4.60 en dólares australianos es una cantidad fuerte y sí marca la diferencia aunque te parezca malo, los servicios son muy superiores a los latinoamericanos y en general se aproximan a lo que aspiramos.
Sin embargo, en este momento en Europa hay una tendencia creciente a demandar la gratuidad del transporte público, así como tenemos drenaje, alumbrado y otros servicios que no necesariamente pagamos de manera directa por su uso. En ese caso estaría excelente la gratuidad, siempre que encontráramos cómo fondearla.
Yo el problema que veo en las tarifas bajas es que están sacrificando inversiones necesarias en el transporte. O subimos, o hacemos que el automovilista pague el 100% de las inversiones y la operación del transporte público ... tal vez debamos ir para allá, pero yo en el corto y mediano plazos veo que ambos, usuarios y automovilistas, deben contribuir a mejorar el transporte.